Enfilados camino a Laos, haciendo una ultima parada en Bang Lun, otra ciudad que al llegar no te dice demasiado, pero que a medida que vas rascando te gusta cada vez mas. Coincidimos con un italiano en el bus, nos dieron a probar araña, flor de loto, son tan majos los camboyanos, a nosotros nos han parecido increíbles.
Después de doce horas de bus, por fin llegamos y nos fuimos al Havai hotel, por 5 dolares una pedazo de habitación.Camboya en esta época es sofocante, hace demasiada calor y por la mañana estuvimos una hora para encontrar alguien que hiciese shakes, y lo encontramos. Es muy divertido cuando les dices que no quieres azúcar, luego te preguntan todo, te enseñan la leche condensada, la fruta, el hielo, el almíbar, todo y vas diciendo sí o no según lo quieras. Como teníamos hambre nos comimos un sandwich y Serena me llamó la atención para que no les dijera nada y lo hiciesen a su manera, resultado: una mezcla explosiva de salsas, mantequillas, hasta que llego el ketchup y ya no me pude callar, les dije que no cuando ya era demasiado tarde y las mujeres sorprendidas, dejaron el de ketchup y nos hicieron otro jejejeje, al final nos comimos los dos. Todo esto en medio de un parking de motos que el segurata cuando no tenia nada que hacer le iba dando instrucciones a las chicas. Cuando nos tratan bien, repetimos, porque los que son majos, son encantadores.
El resto del día lo dedicamos a perrear porque cada vez necesitamos mas tiempo para recuperarnos del viaje. En Asia desayunan a primera hora, comen de 12h a 13h y cenan de 19h a 20h aprox. Alejandro salió a las 15h a buscar comida y encontró, pero no se la querían vender porque la mujer estaba viendo la tele. Tuvo que montar un numerito y al final a regañadientes le sirvieron. Normal el enfado, estaba fuera de horas. Es de los mejores y mas cantidad de pollo con gengibre que nos hemos comido.
Por la noche es muy facil encontrar batidos y nos tomamos uno de aguacate buenisimo.
Alquilamos una moto y nos perdimos hasta el lago Yaek Lom en el que te puedes bañar, comer, dar una vueltecilla y volver. Intentamos ir a un pueblo remoto, pero la carretera pudo con nosotros, demasiado inseguro y nos volvimos, con los paisajes que nos encontramos, tuvimos suficiente recompensa. Tener una moto te permite ir parando, degustando, observando, maravillarse con sus gentes y llenarte de sonrisas sinceras, en las ciudades dudas si son un poco por interés (algo normal, no lo juzgamos, solo lo comentamos), pero en este tipo de pueblitos, son sinceras. Ver un tipo de 1,86 con una motillo, les causa muchas sonrisas.