Al dìa siguiente, camino de Toro Toro por recomendación de Dina, no estaba planeado, pero como vamos con tiempo, pues allá nos fuimos. Trufi a las 13h por 35 Bs, donde conocemos a un par de niñas preciosas de 7 y 12 años de diferente padre pero que tenían los genes de la madre. A Serena se le sentó al lado una cholita o cholota de 150 kg sin exagerar ni un poquito que se abrió de piernas la hija puta y nos tenía a los dos contra una ventana. Creemos que Serena en sus años activos de Rugby no se ha encontrado semejante animal en toda su carrera, hacía fuerza y no había manera de moverla un solo centímetro. Si con todo esto no era suficiente, se durmió durante la mitad del trayecto y cuando logró despertarse, cerró las piernas y cogimos un poco de aire. Conocimos a Sjeela una holandesa de 23 años que no hablaba ni papa de castellano, pero que decidió venirse a Sud América ella solita. Nos utilizó como traductores.
Llegamos a Toro Toro y fuimos a dormir al hostal Santiaguito 25 Bs, un lugar donde los colchones era infumables, pero bien, nos registramos en la oficina de turismo, pagamos por utilización del parque 30 Bs y nos fuimos a cenar a la Huella, un lugar que tardaron 2h en traernos dos lasagnas vegetales, la verdad es que el hombre nos avisó que se iba a demorar porque justo antes de nosotros entró un grupo de 5 personas. Valió la pena la espera, todo estaba hecho al momento y a dormir porque los viajes son duros por aquí.
Al día siguiente antes de apuntarnos a la excursión, conocimos a Hector, un chileno muy majete, fuimos a Ciudad de Itas y a Las Cuevas y vimos huellas de dinosaurio o eso nos dijeron. Coste de los cuatro 500 Bs.
Cenamos en un lugar que se llama Como en Casa y como era domingo, la mujer no tenía de nada, al final cenamos lo que ella quiso, menos Alejandro que cenó dos ensaladas de frutas.
Al dìa siguiente nos levantamos y Alejandro fue a preguntar los horarios de los trufis y quedó con un chófer que al volver del Vergel, excursión del día que es como el Cañon del Colorado en miniatura. Nos bañamos en unas minicascadas y volvimos a toda prisa. Gracias a eso, pudimos coger el trufi que nos esperó delante del hotel, las chicas, porque Sjeela y Serena si que se pudieron duchar, no fue mi caso.
Corriendo fuimos a la Terminal para ver si podíamos coger un bus prontito para Sucre y Alejandro se pudo duchar por 8 Bs. Viajamos de noche por una carretera polvorienta y rocosa, menos mal que ibamos de noche, porque la gente que lo hace de día, sale un poco asustada.